Por: Jorge Raúl Cruz Villagrán. Director Fundación Esquipulas.

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Dimensionar lo que ocurre es difícil, surreal. Es como ver una serie de Netflix, aquellas que tratan del fin del mundo. No creo estar sobredimensionando una situación que ha impactado en todo el mundo, dejando un panorama de desolación. Por supuesto que habló del COVID19. Estar aplicando el #QuédateEnCasa para evitar la propagación, con la profunda preocupación e incertidumbre de lo que nos depara el destino, de lo que vendrá después; da tiempo para pensar… y mucho. Esto que vivimos es una especie de guerra, a la cual aún no se le vislumbra un fin. Que nos dejará con una postguerra que tendremos que afrontar, con todo lo que eso implica. Definitivamente existirán profundas cicatrices sociales y económicas.

La pandemia nos lleva a reflexionar sobre una nueva realidad, no solo innovando para trascender esta crisis, sino para lo que vendrá después. Todos estamos ante una enorme disyuntiva y ante un gran riesgo, de una u otra forma. China, Irán, Italia, España y ahora Ecuador presentan una situación cuasi apocalíptica más parecida a una película de ficción (recomiendo Contagio) que a cualquier situación cotidiana que hayamos experimentado anteriormente en nuestras vidas. Me atrevo a decir que muy pocos, a lo sumo un puñado, seres humanos han sido parte de una situación similar, con este impacto. Algunos lo anticiparon, fue mencionada en conferencias y fue planteada en el cine, pero la inmensa mayoría nunca pensamos experimentar algo así, que ingenuos.

Con toda la información que ha circulado parece que la crisis tiene 2 caminos para atenderla, y que solo en el equilibrio de estos la lograremos superar, no sin bajas significativas. El primero nos conlleva al resguardo de la economía. En la experiencia de otros países que intentaron seguir con la vida normal para proteger la economía (UK y EEUU como ejemplo) se demostró que la normalidad de la cotidianidad no era sustentable, el implacable COVID19 pasó como un vendaval sobre esta medida y únicamente acrecentó el problema. Haber priorizado la economía sobre el ser humano salió mal, muy mal. Pensar que de esta forma se salvaba la economía, aplicando una especie de darwinismo social en donde solo los más fuertes saldrían indemnes, fue un error, resultando contagiado hasta el Primer Ministro de una de estas naciones. Los sistemas de salud se han visto superados y de todas formas la economía ha sufrido el impacto. Y no digo que atender el tema económico, es tan importante como la enfermedad en sí misma, lo que digo es que existen formas más adecuadas de hacerlo, sin tener que sacrificar uno por el otro.

El COVID19 evidencia que la intervención estatal puede ser oportuna utilizada con racionalidad. El Presidente francés, Emanuelle Macron, lo deja en claro cuando se dirigió a la nación el jueves 12 de marzo al afirmar: “lo que ya ha revelado esta pandemia es que la sanidad gratuita… nuestro estado del bienestar… no son costes o cargas, sino bienes preciosos, unas ventajas indispensables… este tipo de bienes y servicios tienen que estar fuera de las leyes del mercado” . Hay ciertas bases que no deben ser negociables para nuestra sociedad, sobre todo las que involucran la vida.

Pero regresando a la crisis, debemos evitar mayores daños y prevenir la ingobernabilidad. Si bien la Ley de Emergencia por el coronavirus aprobada en el Congreso de la República, en la madrugada del viernes 3 de abril es un paso en el sentido correcto, solo aplaca temporal y medianamente lo que viene. Parece que serán más de 3 meses, 6 acaso ¿?, los necesarios para encontrar alguna estabilidad, de esa cuenta es importante garantizar el suministro básico de necesidades básicas a la población, dentro de esto la alimentación, así como mantener la actividad económica. El impacto económico ya es grande, seguramente el desempleo aumentará y para eso necesitamos medidas paliativas. Considero que además de esas medidas, habrá que pensar en centros de acopio regionales para garantizar el suministro básico de alimentación a la población. Con esto tal vez evitemos un ciclo de ingobernabilidad.

La Canciller alemana, Angela Merkel, dijo sobre el impacto de la pandemia en Alemania que “Enfrentamos un desafío que nunca antes habíamos tenido.”, y que “60 o 70% de los alemanes se infectarán con el coronavirus” . Ese es el contexto al que nos enfrentamos y nos lleva al segundo camino que es la salud para el resguardo de las vidas humanas. Algunos países ya han lograr contener la crisis sanitaria, pero no han logrado contener los impactos económicos y aunque otros países han logrado contener el impacto económico, ha sido momentáneo y asumiendo un enorme costo social. Son las personas quienes conforman a la sociedad; el Estado, las empresas, y toda institución está conformada por personas. Cada uno tiene un valor único y cada uno tiene derecho a vivir. Nadie puede negarle eso a un individuo, ningún motivo es suficiente. La experiencia de la pandemia ha demostrado que es a través de estas medidas que se logran mejores resultados. La ya famosa estrategia de #QuédateEnCasa, es la única opción que se tiene ante un bicho que no tiene tratamiento ni vacuna en el corto plazo. El contagio de una sola persona implica el riesgo de toda la sociedad. Este virus no respeta ninguna distinción social, religión o idea, y no hay forma que aquellos que se sienten mejor protegidos puedan quedar inmunes si sus pares son contagiados, no hay otra forma de contenerlo más que el distanciamiento social. Aún y con el costo económico, este parece ser el mejor camino. Lo que vivimos desnuda y evidencia que siempre estamos relacionados y que el bienestar de uno se traduce en el bienestar de todos.

En este camino, debemos trabajar en conjunto, todos los sectores de la sociedad juegan un rol importante para lograr contener el impacto. Si las empresas garantizan los suministros necesarios para la población, definitivamente estarán haciendo una gran labor. ¿Se imaginan esta situación sin los suministros básicos? La sociedad civil organizada ya se encuentra trabajando con el Gobierno, buscando contribuir en distintos niveles, poniendo a las mejores mentes a trabajar para buscar soluciones a todo esto. Y así, cada sector hace lo que puede, pues este problema solo lo resolvemos juntos y propositivos. No buscando confrontación ni señalamientos, es momento de trabajar unidos. Guatemala nos pertenece a todos, TODOS SOMOS GUATEMALA.

Por el lado contrario, si en este momento especulamos para obtener utilidades que nos son éticas, si en este momento generamos confrontación y conflictividad innecesaria para obtener visibilidad que no es ética, nos estaremos disparando en el pie. Hay un objetivo común y definitivamente debemos cooperar entre todos los sectores.

Si logramos superar el COVID19, es muy probable que en nuestro establecimiento de una nueva normalidad tendremos una discusión al respecto. Nadie sabe con certeza qué esperar de este reto, simplemente debemos sortearlo lo mejor que podamos. Por demás está decir que el esfuerzo será enorme y que esperamos que las medidas asumidas por nuestro Gobierno funcionen. Pero eso es la atención de la crisis que está ya instalada, faltará adecuarnos para afrontar el destrozo que probablemente deje, es esta especie de postguerra que menciono al inicio. Ese espacio nos brinda una oportunidad para mejorar, para repensarnos. Como un primer punto a la agenda habrá que generar un debate sobre la administración de nuestras sociedades. Bajo ningún punto de vista el Estado debe ser visto como una carga, más bien es una inversión necesaria para nuestra misma subsistencia, que nos humaniza.

Como segundo punto, cabe preguntarse sobre el estilo de vida que hemos asumido, ese que nos mantiene en una permanente crisis, en una carrera de alcanzar aquello que nunca llegamos a alcanzar. Que nos mantiene asfixiados en la persecución perenne de lo que nunca llega. Es ahí donde es oportuno cuestionarnos si ¿Es ese nuestro ideal? Y en este espacio de estar en casa y poder reflexionar y pensar, en donde podemos ver con detenimiento nuestras vidas, nuestra realidad y percatarnos que no estamos del todo conformes con cómo vivimos, de la lejanía con nuestras familias, de cómo cuidamos al medio ambiente; y como un tren que nos embiste si esto que estamos viviendo: ¿Será una nueva normalidad? Pues no sabemos cuánto tiempo estaremos en esto de aplanar la curva y si estas curvas serán o no recurrentes. Entonces esto que vivimos y que parece excepcional, ¿Será eso? ¿Un nuevo estilo de vivir? Una nueva normalidad que se instalará en nuestra forma de vida. Qué nos permitirá un alumbramiento en mejores formas de vivir en donde se priorice mas nuestra salud, relaciones y cuidado del planeta. Esta nueva normalidad debe ser el preludio de algo mejor, mucho mejor. Como describe el ex Presidente José Mujica a nuestra civilización y nuestra forma de vivir: “En el fondo, constituye una cuenta regresiva contra la naturaleza y contra la humanidad como futuro. Civilización contra la sencillez, contra la sobriedad, contra todos los ciclos naturales, pero peor: civilización contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas, lo único trascendente: amor, amistad, aventura, solidaridad, familiar: civilización contra el tiempo libre que no paga, que nose compra, y que nos permite contemplar y escudriñar el escenario de la naturaleza.” Sigamos reflexionando porque una vez superado esto, tendremos que debatir sobre nuestras verdaderas aspiraciones para la vida en sociedad.

Es preciso generar una nueva conciencia colectiva que ante la crisis pueda imaginar una forma innovadora que nos permita vivir mejor, a todos, y que aún con más tiempo y dispersión podamos contar con más recursos a nuestro alcance… Siempre he dicho que todo es posible y que lo que parece imposible lo es, puesto que nadie ha encontrado aún la forma de hacerlo posible.

Como último punto a discutir, es el cómo lograremos levantar la economía para que provea a cada ciudadano lo que necesita, por medio de su trabajo y aporte, sin dejar a nadie atrás. Un medio puede ser relanzar la integración Centroamericana como un espacio para la construcción de nuestro verdadero potencial geoestratégico para generar abundantes recursos. Es decir, el potencial de cada país centroamericano es solo más atractivo si lo unimos en un bloque centroamericano. Considero que es más oportuno invertir en infraestructura estratégica que genere recursos, que tener grandes capitales parados. No podemos seguir postergando lo evidente y ante esta crisis debemos aprovechar la oportunidad de posicionar a la región como un paso seguro del comercio mundial. Desarrollando nuestro potencial podremos, juntos, generar los recursos que nos permitan vivir bien, A TODOS.

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Estamos ante un cambio de era, un cambio en el enfoque y un cambio en nuestras prioridades, esta en nosotros ¿Cómo queremos construir esta nueva sociedad?. Apuesto en una en donde con los avances de la tecnología, si se lo permitimos, no tengamos que sacrificar el gran bienestar que nos han traído los avances del último siglo, pero en donde podamos pensar que es posible un bienestar acompañado de vivir bien, de un mayor bienestar para cada uno de nosotros.

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