Conmemoración del dÃa de la integración centroamericana. Discurso del Secretario General del SICA, Doctor Juan Daniel Alemán Guardián, durante el Acto de Conmemoración del DÃa de la Integración Centroamericana:
La historia de la integración centroamericana se remonta al dÃa de nuestra independencia el 15 de septiembre de 1821 y se refrenda el primero de julio de 1823 cuando nos desligamos del imperio mexicano de AgustÃn de Iturbide y nos proclamamos como una nación soberana denominada Provincias Unidas de Centroamérica.
Lamentablemente la Patria Grande tuvo una vida efÃmera y desde entonces los centroamericanos hemos realizado innumerables intentos por unificarnos, destacándose entre otros, la Confederación Centroamericana, la Dieta de Nacaome, la Conferencia de León, el Pacto de Amapala y la Oficina Internacional Centroamericana.
Pero la integración tomó un nuevo rumbo a partir del 14 de octubre de 1951, cuando los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica se dieron cita en la Ciudad de San Salvador con el fin de buscar un mecanismo que inspirado en los más altos ideales integracionistas permitiera “alcanzar el más provechoso y fraternal acercamiento entre las República de la América Centralâ€. Producto de ese encuentro surge la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), más conocida como la Carta de San Salvador.
El objetivo de la ODECA era fortalecer los vÃnculos que hasta la fecha unen a estas naciones, afianzar y mantener la convivencia fraterna en la región, prevenir toda desavenencia y asegurar la solución pacifica de cualquier conflicto; el auxilio mutuo, la búsqueda conjunta de soluciones a los problemas comunes y la promoción del desarrollo económico, social y cultural mediante la acción cooperativa y solidaria.
Desafortunadamente en las décadas de los setenta y ochenta la región vivió tiempos difÃciles y adoptamos una agenda internacional poco compatible con la integración, ella quedó sumergida en el letargo. Y es que todo proceso de integración depende fundamentalmente de los esfuerzos internos de cada paÃs, de los espacios que generen para establecer las reformas o acciones inmediatas a nivel interno.
Afortunadamente, en la década de los 90’s de le dio un renovado impulso al proceso y es asà como en el año de 1991 se suscribió el Protocolo de Tegucigalpa, instrumento que renovó y enriqueció los aspiraciones de unidad, poniendo en marcha una institucionalidad remozada: el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), gesta a la que se sumaron Panamá, Belice y posteriormente la República Dominicana.
Juntos hemos emprendido una misión integracionista con visión multidimensional, pues hoy en dÃa la integración comprende una gama de temáticas que abarca lo polÃtico, social, ambiental, económico, educativo y cultural. Progresivamente la región se presenta y es percibida ante la comunidad internacional como una de las regiones más integradas del mundo y es que las condiciones que nos impone un mundo globalizado se afrontan más exitosamente en forma conjunta, valiéndonos de nuestras sinergias, aprovechando nuestras complementariedades y dimensionando en su justa perspectiva nuestras diferencias.
La efemérides de este dÃa, representa la “reafirmación†de un proceso estratégico de integración que nos continuará proporcionando elementos fundamentales para enfrentar los peligros y las amenazas globales del presente y del futuro.
¡Lo hizo en la reciente crisis financiera y comercial global y lo hará en otras! Nuestro proceso de integración siempre ha requerido de mesura; esto es, no dar demasiados pasos a la vez, sino, avanzar con sabidurÃa y con gradualidad, pues reconocemos que no existe una fórmula preconcebida de validez y observancia general.
Eso si, nuestro proceso no puede quedar reducido a una zona de libre cambio con ribetes institucionales más o menos sólidos; por ello, es menester impulsar reformas urgentes que tendrán que interaccionar con las decisiones polÃticas que se tomen tanto a nivel regional como global. Los paÃses del SICA requieren proseguir fortaleciendo los liderazgos regionales, pues estos no se forjan simplemente en conferencias, seminarios, o puestos sectoriales; sino que se hacen efectivos cuando parte de personas individuales y hacen coincidir los intereses regionales coordinadamente.
En los próximos lustros, todo dependerá una vez más de si el liderazgo regional colabora decididamente y se esmera en la forma; es decir, que de ello dependerá que Centroamérica se autoafirme y sea más operativa para conservar un grado adecuado de autodeterminación frente a las potencias y los desafÃos mundiales, pues si la integración no existiera, habrÃa que inventarla en lo inmediato. La integración nace y crece en nuestros corazones herencia de los anhelos de nuestros ancestros, no es producto de la imitación o una moda pasajera, sino de una necesidad intrÃnseca que ha perdurado por siglos y nos mueve a completar aquello que alguna vez estuvo unido.
Resulta paradójico que aún haya centroamericanos que se pregunten: ¿Para qué integrarnos? cuando la verdadera interrogante serÃa ¿Por qué no nos integramos más? Nos une la historia, la lengua, la solidaridad y sobre todo nos amalgama un futuro más pleno si lo enfrentamos juntos, con decisión y creatividad.
Este es el mensaje que queremos divulgar a los cuatro vientos, para que cada dÃa seamos más quienes compartamos la convicción de que la integración regional es la vÃa idónea para hacer de los paÃses miembros del SICA, un recinto de Paz, Libertad, Democracia y Desarrollo.