Hablar acerca de la democracia en nuestra región suele ser ambiguo y diverso en un mundo globalista y en constante cambio, se puede decir que es consecuencia de la misma libertad de expresión que nos brinda la democracia.
Para definirla se tienen varios factores sobre la mesa, ya que el término en América Latina y el Caribe se ha desafiado y ha brindado ejemplos propios de su estudio- Para englobar y generalizar el término describámosla como un régimen de organización social legítimo que funciona a través de la convergencia de distintas dinámicas de poder; basado en libertad e igualdad política de todos los ciudadanos.
Dentro de las dinámicas de poder que nos brinda la democracia existe la convergencia de ideas y el debate, donde los jóvenes toman un importante papel al ser la realidad y el futuro de muchos espacios políticos y económicos en la región, espacio que actualmente alberga alrededor de 160 millones de jóvenes entre 15 y 29 años según datos de OIJ, PNUD y CAF.
Sin embargo, existe un enfrentamiento ante un mal llamado “adversario” que es el adultocentrismo, y es que aparte de que la juventud sea un relevo en las dinámicas globales, aporta a la innovación de ideas para la construcción y desarrollo de sociedades prósperas.
Y es que se tiene la mala perspectiva de la que juventud no está preparada para relevar al adultocentrismo y que únicamente será por proceso de tiempo y no por capacidad. Sin embargo, la memoria historica es un fiel referente ante esta problemática, ya que como ejemplo regional durante la tercera ola democrática los principales actores de cambio estaban acuerpados por distintos movimientos sociales, movimientos que mayormente se constituían por jóvenes dispuestos a continuar y crear legados con nuevas formas de acción política y económica.
Pero, ¿existen acciones para contrarrestar el adultocentrismo?, ¿Cómo los jóvenes participan y se forman en estas décadas?, se puede contemplar que tanto como en el sector público o privado existen diversas barreras que puede propiciar con la continuidad de este choque de generaciones que no permite un nuevo relevo ya sea por una supuesta incapacidad o por tiempo, sin embargo, actualmente he tenido la dicha de participar junto con demás jóvenes del país y la región en distintos procesos de formación de ciudadanía activa que permite construir un panorama critico acerca del conocimiento y funcionamiento de las aristas políticas y económicas.
Uno de ellos es el taller de Ciudadanía más allá de voto, que tanto la Fundación Esquipulas para el Desarrollo, Fundación Konrad Adenauer y demás organizaciones en consorcio brindan capacitación y formación para construir una ciudadanía joven que se encuentra activa más allá del proceso electoral; esta experiencia ha sido enriquecedora en distintos aspectos ya que se tiene un aprendizaje político y económico constante, sea crean redes para la construcción de un tejido social y crean sinergias para presentar proyectos y soluciones a futuro.
Este tipo de formación a nivel regional demuestra que la juventud no solo tiene un impacto en la defensa y prolongación de la democracia, sino también refleja nuevos mecanismos para reacondicionarla y mejorarla. Para la juventud y para el mundo la democracia ha demostrado ser el régimen más eficiente, a pesar de que tenga vacíos, declives o retos, pero algo que se tiene que estimar es que en conjunto se tiene la visión de unión y bienestar, algo que solo este régimen puede brindar.
A nivel regional la democracia suele oscilar entre distintas etiquetas que nombran su estado, según el Latinobarómetro la población de la región apoya a la democracia en un 52% como mejor régimen a cualquier otro pero únicamente el 33% se encuentra satisfecha con ella, The Economyst menciona que la región es predominada entre los regímenes híbridos y democracias defectuosas, mientras que V-DEM cataloga a la democracia entre un gran rango de oscilación de 0.3 – 0.7 siendo 1 la calidad máxima.
Queda demostrado que la democracia en la región es inestable, sin embargo, la duda es cómo mejorarla y uno de los factores es el desarrollo y fortalecimiento de la juventudes y es que la visión de la democracia que proponen las juventudes latinoamericanas apunta a un modelo en el cual la participación sea real y transformadora, donde cada ciudadano tenga un rol activo en la definición de políticas públicas y en la gobernanza.
La juventud ha propiciado y promocionado una nueva tendencia en el “democracia participativa” que no se limita únicamente a la ampliación de derechos formales, sino que aboga por una renovación en la forma de pensar la política, donde la transparencia, la libertad y bienestar son principios inamovibles.
Desde la perspectiva de la ciencia política, se reconoce que el camino hacia una democracia más plena implica desafíos estructurales profundos. Es necesario reinventar las instituciones y los métodos de gobernanza para responder a las nuevas demandas ciudadanas y aprovechar las potencialidades de la era digital. La juventud, con su capacidad crítica y su dinamismo, se erige como la esperanza para transformar estas estructuras obsoletas y construir sistemas políticos más sostenibles y funcionales. La experiencia de movimientos sociales liderados por jóvenes en diferentes países de la región pone en evidencia que la transformación democrática es posible.
A manera de conclusión, la democracia en la región está en un proceso continuo de redefinición, en el que las juventudes juegan un papel decisivo. La convergencia de factores como el desencanto con los modelos tradicionales, la emergencia de espacios digitales para la participación y la demanda de mayor inclusión y justicia social, configuran una visión democrática que trasciende los límites del sistema representativo clásico. Las lecciones de la ciencia política enfatizan la importancia de repensar la democracia desde sus cimientos, asegurando que todos los sectores de la sociedad, y en particular los jóvenes, tengan la oportunidad de participar activamente en la toma de decisiones.
Esta transformación, a pesar de los desafíos, es una oportunidad única para construir sociedades más resilientes, transparentes y comprometidas con el bienestar colectivo.
La voz de las juventudes no es solo una crítica a lo clásico, sino un llamado a la acción para reconstruir la democracia a partir de principios de participación, libertad y justicia, en sintonía con las demandas de una sociedad en constante evolución.