La prevención de la violencia contra mujeres y niñas sigue siendo una deuda regional 

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noviembre 27, 2025
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En Centroamérica, una de cada diez mujeres ha sufrido violencia sexual y más del 25 % ha vivido violencia física o psicológica en algún momento de su vida, según ONU Mujeres y la CEPAL. La región se mantiene entre las más peligrosas del mundo para ser mujer: cada año se registran más de cuatro mil feminicidios y la impunidad supera el 90 % en la mayoría de casos, especialmente en delitos sexuales. Esta realidad, persistente y diversa, atraviesa territorios urbanos, rurales e indígenas, afecta a niñas, adolescentes y mujeres adultas, y expresa la fragilidad democrática de nuestros países.

Durante 2025, el Ecosistema para la Transformación Social —integrado por Fundación Esquipulas, Global Peace Foundation Centroamérica, la Misión Presidencial Latinoamericana y del Caribe y FUNDAECO— centró parte de su trabajo en responder a esta crisis desde la formación ciudadana, el fortalecimiento de liderazgos, la convivencia comunitaria y la opinión pública. No se trata solo de visibilizar el problema, sino de contribuir a modificar condiciones estructurales que sostienen las distintas formas de violencia.

Las cifras explican la urgencia. De acuerdo con la OEA, las adolescentes de 15 a 19 años en la región tienen una de las tasas más altas de violencia sexual del planeta, mientras que el UNFPA advierte que tres de cada diez niñas sufren algún tipo de violencia antes de cumplir los 18 años. A ello se suma el crecimiento de la violencia digital: ataques, acoso y discursos de odio que tienen como blanco a periodistas, activistas, funcionarias y lideresas comunitarias, y que buscan expulsarlas de los espacios públicos.

Frente a este escenario, los distintos programas de formación del ecosistema incorporaron contenidos sobre derechos humanos, prevención de violencias y participación segura. En todos los proyectos —desde los procesos comunitarios y ambientales, hasta los espacios de liderazgo juvenil, los diplomados y las iniciativas regionales— las mujeres asumieron un rol protagónico como participantes, facilitadoras, relatoras y voceras. Estos espacios no solo fortalecieron capacidades técnicas y ciudadanas, sino que también generaron entornos seguros para conversar sobre experiencias de violencia normalizada, identificar rutas de protección y construir redes de apoyo que hoy funcionan como puntos de confianza en sus comunidades.

En los territorios, FUNDAECO desempeñó un papel decisivo al fortalecer el programa Mujeres y Niñas Sanas y Empoderadas, una iniciativa que brinda atención preventiva en salud sexual y reproductiva, acompañamiento emocional, formación en derechos y espacios seguros para niñas y mujeres rurales e indígenas. Este programa, activo en zonas con limitado acceso a servicios públicos, permitió que cientos de mujeres identificaran rutas de protección, rompieran ciclos de violencia y desarrollaran capacidades para participar en la vida comunitaria. Más que un servicio, se convirtió en una red que ofrece confianza y apoyo inmediato ante situaciones de riesgo, especialmente en comunidades donde la violencia se vive en silencio.

La comunicación también jugó un papel determinante. La campaña #NoSinMujeres se consolidó como un espacio de opinión pública que amplifica voces diversas en temas de democracia, sistemas de cuidados, seguridad ciudadana y participación política. En La Opiteca, las columnas escritas por mujeres evidenciaron una tendencia clara: la violencia no es un fenómeno individual ni privado, sino la expresión de estructuras que excluyen a las mujeres de la ciudadanía plena.

La violencia contra mujeres y niñas no es inevitable. Requiere políticas públicas sostenidas, presupuestos adecuados, justicia efectiva y transformaciones culturales profundas. Pero también exige una ciudadanía activa, redes comunitarias fuertes y liderazgos capaces de sostener cambios de largo plazo. El Ecosistema para la Transformación Social sostiene esta línea con una convicción central: no hay paz sin igualdad, no hay democracia sin participación plena y no hay desarrollo posible si las niñas y las mujeres siguen viviendo con miedo. La región solo avanzará si lo hace #NoSinMujeres.

Mira el mensaje de Olinda Salguero, Presidenta de la Fundación Esquipulas.

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